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Sal a la calle, sonríe, como si nada te importase, camina por ahí como si todo fuera perfecto, que hablen de ti, que te claven la mirada, que susurren al pasar, que se pregunten por qué eres tan feliz, que se queden con la duda.

Gracias por estar ahí.

domingo, 24 de abril de 2011

Furor.


Esa sensación de que te cuesta respirar, se te seca la garganta, los ojos se te humedecen y no dejas de pensar. El querer y no poder olvidar, el temblar cada noche y no por el frío... Acurrucarse en un rincón de la cama y llorar hasta quedarse sin lágrimas, escuchar la canción que más te recuerde a esa persoa tan especial, escribir en una libreta ya antes usada... Llamarle a las cinco de la madrugada para escuchar su voz, llorar cuando te dice que eres suya, estar viva y no sentirlo, o peor; sentirse viva y no querer estarlo. No entender tantas cosas o entenderlas y no querer saberlo. Buscar respuestas a preguntas ya antes contestadas. No creer en palabras, sonrisas o miradas. Sufrir, sufrir tanto que te sientes patética por no tener suficientes motivos para estar como estás y aún así, no poder remediarlo. Gritar, gritar y que no te escuche, porque siempre lo haces en silencio. Tener miedo de lo que pueda pasar y de lo que ha pasado y volver a llorar mientras escribes algo que nadie leerá... Y a pesar de todo, seguir amando, amando y amando...

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Sonrisas.